La aplicación para el rastreo de contagios Radar COVID no ha sido lo que se esperaba. A no ser que esperaras que fuera un absoluto fracaso y que, casi medio año después de su lanzamiento, solo consiguiera notificar menos del 2 % de los casos.
Las esperanzas que había puestas en la tecnología han sido dilapidadas fulminantemente, aunque algunos se preguntan si no habremos fallado nosotros y excusan el sistema técnico que en un principio debería detectar a los infectados de coronavirus.
Radar COVID nació entre mucha polémica -no fueron pocos los que cuestionaban la seguridad y privacidad que ofrecía a sus usuarios- y ahora podría morir de la misma manera. ¿Pero por qué no ha funcionado?
Las cifras no engañan
Mientras España sigue inmersa en la tercera ola de contagiados por COVID-19, que desde marzo ha registrado ya más de 2,7 millones de casos en nuestro país, la app Radar COVID solo ha conseguido identificar unos pocos.
Cabe recordar que la aplicación no fue lanzada al público hasta el pasado mes de septiembre, y que desde entonces los contagios diagnosticados han sido unos 2,27 millones. Pero que, de estos, la app haya notificado solo 42.000 sigue siendo muy poco.
Desde un principio, el Gobierno ha dejado claro que, para que este sistema de rastreo funcionara bien, se necesitaba que como mínimo el 20 % de los españoles y españolas se descargaran la aplicación en su dispositivo móvil.
Solo han sido 6,8 millones, y eso supone menos del 15 %. Se desconoce, no obstante, si este número corresponde a 6,8 millones de personas individuales o si algunos han instalado la app en más de un dispositivo.
Tampoco podemos determinar si todos ellos han mantenido el Bluetooth encendido en su móvil o tablet, imprescindible para que Radar COVID funcione correctamente y pueda identificar si se entra en contacto con una persona infectada.
Estas cifras de descarga están un poco por detrás de otros países de Europa. Según la consultora Pickaso, hasta el 15 de enero, 21,56 millones de personas descargaron Corona-Warn en Alemania, mientras que en el Reino Unido fueron 13,6 millones los británicos que instalaron NHS Covid-19.
Italia y Francia han tenido un recibimiento similar de sus respectivas apps: Immuni y TousAntiCovid, con unos 9 millones de descarga. Eso sí, en todos ellos, la aplicación fue más popular entre los usuarios Android, aunque son más que los que usan iOS.
Polémica desde el principio
La polémica nació mucho antes de que lo hiciera la propia app. Tras varias discrepancias internas, se optó por utilizar la programación de aplicaciones desarrollada por Google y Apple y el código diseñado por la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (SEDIA).
Como se ha dicho antes, esta API despertó serias dudas sobre el uso que los dos gigantes tecnológicos podrían hacer de los datos personales y de localización de los usuarios, pero desde un principio se dejó claro que ni uno ni otro tendría acceso a ellos.
Aunque se ha insistido que solo las autoridades sanitarias pueden utilizar esta información, está claro que esa mínima duda ha echado para atrás a muchos y muchas que se toman muy en serio su privacidad digital.
Más allá de eso, el proyecto ha sido también muy opaco desde el principio desde un punto de vista tecnológico. En ningún momento, por ejemplo, el Gobierno publicó los resultados de la prueba piloto, realizada en La Gomera en julio.
Tampoco ha ayudado al buen funcionamiento de la app que el código de la aplicación no fuera público desde el inicio, ya que esto ha impedido que la comunidad de programadores pudiera analizarla y proponer mejoras.
Solo se publicó una vez lanzó en todas las comunidades autónomas y cuando el Gobierno ya había firmado un segundo contrato con Indra para el mantenimiento del software (esta vez por 1,4 millones de euros y por dos años).
Falta de comunicación
La comunicación también ha estado ausente, y eso puede incluso haber perjudicado más el proyecto de la app de rastreo que la poca transparencia en su tecnología. Si el ciudadano no tiene información suficiente, no utilizará Radar COVID.
“No son suficientes”, reconoció Pedro Sánchez haciendo referencia al número de usuarios de la app, como tampoco ha sido suficiente la campaña que el Gobierno ha hecho de ella, como sí se ha hecho en otros países como el Reino Unido.
En este sentido, las críticas han ido en varias direcciones: la app ha llegado tarde y ha faltado promoción por parte de las autoridades, las comunidades autónomas no se han implicado suficientemente y los ciudadanos no han mostrado un compromiso real.
Cuesta pensar que el problema sea que la ciudadanía no ha entendido su funcionamiento, ya que basta con descargarla, activar el Bluetooth, esperar a recibir una notificación en caso de entrar en contacto con un contagiado o comunicar si te han diagnosticado la enfermedad con un código que le puedes pedir al médico.
Ahí está parte del problema: tampoco se han obtenido el número de códigos suficiente que podría haber ayudado a frenar la propagación del virus. Las comunidades solo habrían pedido algo más de 471.000, pese a los casi 2,3 millones de infectados de estos últimos cinco meses.
¿Qué se puede hacer ahora?
Pese al fracaso, varios expertos prefieren ser prudentes y no descartar que este sistema pueda ser todavía eficaz. Según ellos, no se dispone de los suficientes datos para determinarlo y que habría que analizar todo el proceso con más profundidad para detectar sus puntos débiles y corregirlos.
La revista Nature publicó recientemente un informe en el que se estudia el potencial de Radar COVID según datos extraídos de su fase de prueba en La Gomera y concluye que “la tecnología funciona”, pero que requiere de las “campañas de comunicación apropiadas”.
Lo que está claro es que deben cambiar muchas cosas para que la aplicación pueda cumplir con su objetivo y ayudar realmente a frenar los casos: el Gobierno debe hacer más campaña, las comunidades autónomas deben ofrecer más códigos y los ciudadanos y ciudadanas deben comprometerse a utilizarla.